Luz, oscuridad, diurno, nocturno, masculino y femenino son parte fundamental del sistema de conocimiento astrológico. Estas no son categorías arbitrarias, ni juicios de valor, sino que apuntan a determinadas cualidades de expresión energética.
La cultura dominante en nuestros tiempos es una cultura mayormente enfocada en lo diurno y lo masculino, lo cual genera un importante desequilibrio que influye en las relaciones sociales y en los procesos individuales.
Y cuando me refiero a un desequilibrio, en parte me refiero a que las cualidades que tienden a ser apreciadas y recompensadas por la deseabilidad social, son las más banales, opresivas y maladaptativas tanto de lo diurno como de lo nocturno, de lo masculino como de lo femenino, y de la luz como de la oscuridad. Por supuesto que hay honrosas excepciones, pero no son la norma.
En esta ocasión vamos a explorar estos desequilibrios desde la perspectiva de la secta de los planetas. Comprender el rol que tienen en nuestras vidas los planetas de cada secta es útil para reflexionar acerca de lo que requiere ser equilibrado y así dirigir nuestros esfuerzos por equilibrar lo que sea pertinente en nosotros y en consecuencia en nuestras relaciones y nuestros entornos inmediatos.
La secta de los planetas
Comencemos por clarificar qué es la secta de los planetas. Podemos pensarlo como que hay dos equipos de planetas. El Sol es el líder del equipo planetario diurno, que conforma junto con Júpiter y Saturno. La Luna es la líder del equipo planetario nocturno, que conforma junto con Venus y Marte.
La secta diurna
El Sol es la luz y la capacidad de percibir. Puede expresarse de forma limitada, desde el ego, con mayor o menor medida de claridad y confusión, pero también puede expresarse como la personificación del conocimiento divino, de la Verdad, como espíritu puro.
Para acercarse a su expresión más sutil y trascendente, requiere en principio de la ayuda de sus compañeros de equipo.
Por un lado necesita a Júpiter como la guía que le encamina hacia un propósito superior y le anima a confiar en sí mismo, en los demás y en la vida. Júpiter puede proporcionar al Sol oportunidades, abundancia, prosperidad, honores y reconocimiento. Idealmente, Júpiter es una voz de sabiduría que le recuerda al Sol mantenerse generoso, magnánimo, optimista, entusiasta, honesto y virtuoso.
Por otro lado, el Sol necesita a Saturno para mantenerse aterrizado, realista e íntegro. Saturno puede proporcionarle la capacidad de planificar y administrar adecuadamente sus recursos para alcanzar sus objetivos. Idealmente, Saturno es otra voz de sabiduría que le recuerda al Sol ser prudente, humilde, previsor y sensato.
Cuando los tres trabajan en equipo, es fácil concretar planes, alcanzar metas y sentirse satisfecho con los logros obtenidos. Es posible incluso expandir la acción para beneficiar a más personas, incluso más allá del círculo íntimo.
Cuando los planetas diurnos se desequilibran, en un extremo ven limitadas sus capacidades de concreción y logro y en el otro se vuelven egoístas, autocentrados, insensibles, juzgones, impositivos, se sienten mejores o con más derechos que los demás.
La secta nocturna
Por su parte la Luna es el espejo del alma y la capacidad de relacionarnos con lo que nos pasa, con los demás y con nuestro entorno. La Luna es nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestro sistema límbico, nuestra relación con nuestras raíces, con la Tierra, con la naturaleza, con el instinto, la intuición, lo onírico, las sensaciones, las memorias, las visiones, la imaginación, la colectividad, lo simbólico y los afectos.
A pesar del maltrato que la cultura dominante ha ejercido por siglos al reino lunar, la Luna y lo que ella representa es fuerte, resistente y fértil. Lo lunar, lo nocturno y lo femenino se han negado a morir, a rendirse.
Para sanar lo lunar y permitirle expresar su potencial, la Luna necesita para empezar a sus compañeros de equipo.
Por un lado la Luna necesita a Venus para conectarla con el gozo, con el amor, con la creatividad, con la abundancia, con la piedad, con la devoción, con la paz, con la confianza, con la conciliación, con la belleza, con la armonía, con la unidad y con la justicia. Idealmente Venus le recuerda a la Luna que para dar hay que saber recibir y para recibir hay que saber dar. Venus es la aliada que le recuerda a la Luna que es importante aceptarse en todas sus facetas, y hay que reconciliarse tanto con la luz como con la oscuridad, que el amor es fuerte, sabio y placentero, que hay que confiar para amar, que es más bonito relacionarse desde el deseo y el amor, que desde la necesidad.
Por otro lado, la Luna necesita a Marte para que la proteja. Marte le recuerda a la Luna que también hay que saber defenderse y en ocasiones hay que atacar, hay que lanzarse, hay que afirmarse, que hay que ir por lo que queremos y que hay que abrirse camino en el mundo. Marte conecta a la Luna con su fortaleza, su resistencia, su resiliencia, su capacidad de sostenerse por sí misma y de cortar de tajo con lo que le hace daño.
Cuando los planetas nocturnos funcionan como un equipo, podemos adaptarnos a nuestro entorno sin por eso sacrificar nuestro bienestar; podemos tener relaciones bonitas, sanas y satisfactorias; podemos encontrar un equilibrio entre lo que necesita hacerse con el descanso, el ocio y el disfrute. Cuando los planetas nocturnos funcionan de forma óptima, jugamos, expresamos nuestra creatividad, soñamos, amamos, nos ilusionamos, imaginamos otros mundos y somos capaces de reconocer que somos seres relacionales, podemos ver al otro y podemos percibir lo invisible y las dimensiones de experiencia que no aparecen ante la razón.
Con los planetas nocturnos honramos nuestro lado animal, reconocemos nuestras pasiones y las templamos. También nos hacemos conscientes de todos los condicionamientos internos y externos que nos limitan y aprendemos a relacionarnos con ellos.
Cuando los planetas nocturnos se desequilibran, en un extremo no sienten la suficiente confianza para ser, para visionar, para dirigirse hacia lo que anhelan; en el otro, se vuelven banales, excesivamente indulgentes, manipuladores, dependientes, delirantes o controladores.
Cuando los planetas nocturnos no están funcionando de forma óptima, es difícil aceptar lo que somos y la realidad que vivimos, disfrutar con responsabilidad de la vida y de sus pequeños y grandes placeres, relacionarnos sanamente con otros, reconocer que somos parte de un colectivo, honrar nuestras necesidades físicas, emocionales y espirituales y despreciamos en nosotros o en otros la capacidad de soñar, de crear, la compasión, la solidaridad, el ocio, lo que no es racional, lo que no se ve o lo que no puede comprobarse científicamente, medirse o cuantificarse.
Mercurio, un puente entre mundos
Por su parte, Mercurio es un puente entre ambas sectas y puede ser un gran aliado para comunicar esas partes de nosotros que de entrada no se entienden o no se comunican. También es un puente para expresar lo que hay en nuestro mundo interno, escuchar lo que hay en el de los demás, negociar, resolver y llegar a acuerdos. Mercurio es un planeta crepuscular que nos recuerda que como humanos tenemos la capacidad de aprender y de desarrollar cualquier habilidad si le dedicamos el esfuerzo y tiempo necesario para familiarizarnos con ella.
Mercurio tiene un rol súper importante. Es nuestro psicopompo personal y colectivo. Así como antes mencioné que cada secta requiere de sus compañeros de equipo, considero fundamental que en la medida en que cada secta se va integrando, nutriendo, sanando y fortaleciendo, poco a poco necesita ir complementándose, equilibrándose y haciendo equipo con los miembros de la secta contraria.
Notas de cierre
De acuerdo con la configuración de cada carta, hay personas que tienen más cercanía con los planetas diurnos. Tenderán a ser más enfocados o por lo menos a dirigir la mayor parte de su energía hacia la exteriorización, hacia el logro, hacia lo racional y hacia la independencia. Otras personas tienen más cercanía con los planetas nocturnos. Tenderán a ser más intuitivos, soñadores, poco prácticos, flexibles, imaginativos y dirigirán gran parte de su energía hacia adentro.
Si bien cada carta es un mundo, pues más allá de si una carta es diurna o nocturna toca ver en qué signos están los planetas, sus condiciones y configuraciones entre sí para tener una idea más clara de cómo tenderán a expresarse esas dinámicas en la vida de una persona, para muchos de nosotros es relativamente fácil distinguir si nos identificamos más con la dimensión racional o con la sensorial, o si somos una mezcla, en qué situaciones se activa una dimensión o la otra.
Es importante aprender a distinguir cómo se expresan estos mecanismos en nuestra experiencia para poder determinar qué es lo que necesitan para equilibrarse o para funcionar de manera más constructiva, sana y adaptativa.
Me despido con un recordatorio más de que la astrología puede aportar mucho más que sentencias sobre lo que un planeta en un signo “es”. La astrología es también una guía para explorar en primera persona la experiencia y una guía para la integración personal y a partir de ahí, el ajuste de las dinámicas de relación con los otros y con nuestro entorno.